Machete, el último chiste de Grindhouse - seriesycine.com

Machete, el último chiste de Grindhouse

Cuando Danny Trejo irrumpe en una vieja casa de madera a machetazos, descuartizando a los malotes que la custodian y viendo cómo una joven desnuda abre las piernas para sacar un móvil y así llamar a su jefe… ya nos podemos hacer una idea de lo que podemos esperar del resto del metraje.

Las escenas de acción son inverosímiles y, en ocasiones, se sumergen en litro y litros de gore. Los efectos están muy cuidados para lucir descuidados, más o menos como esa moda de peinarse para parecer despeinado. En Sangre fácil los hermanos Cohen no tenían medios para ir más allá de aquella memorable escena de la mano de Emmet Walsh articulando los dedos con un cristal clavado; pero en la producción del amigo de Tarantino las instantáneas de película-de-serie-B-de-videoclub están confeccionadas con toda la intención.

Básicamente la cinta nos cuenta lo que ya nos dejo entrever el falso trailer de Grindhouse, la historia no da para más; las escenas se suceden a un ritmo frenético y sin contenido ninguno, como si sólo fueran un puente para engarzar las carnicerías y los tiroteos protagonizados por un insípido y plano Machete, que apenas puede correr y sin embargo protagoniza unas acrobacias cuando no se le distingue el rostro que esbozan una sonrisa hasta al más crédulo de todos los espectadores.

Eso sí, la escena del Hospital en la que abre el abdomen a uno de los secuaces de Jeff Fahey, introduce su mano en la herida y coge su intestino para usarlo de liana y balancearse de ventana en ventana es cuanto menos carcajeante, una comicidad que nace de lo grotesco, del surrealismo, de lo absurdo, como ver bajar de una ambulancia a un doctor que atiende heridos y después a unas enfermeras que disparan a diestro y siniestro; el director encuentra una complicidad con el espectador a través del disparate.

Tanto es así que Jessica Alba necesita poner poses imposibles mientras se ducha para encontrar una solución al caso «Machete», y es que la joven bailarina de Sin City interpreta a una agente de policía de inmigración cuyo uniforme son tacones y minifalda. O Linsay Lohan que es la hija del hombre que contrata a Machete para que dispare al senador McLaughlin -al más puro estilo de Lee Harvey Oswald– y que en la promo nos la venden con hábitos de monja y sin embargo en el 90% de sus secuencias sale desnuda. Michelle Rodriguez aparece más recatada vendiendo tacos y repartiendo octavillas revolucionarias hasta que en lugar del torso las circunstancias le obligan a cubrirse un ojo.

Por otra parte, los protagonistas masculinos no se quedan atrás; Steven Seagal se disfraza de M. Bison, sí, sí, el de Street Fighter, Robert De Niro escapa de su cautiverio saltando como un canguro para sonreír finalmente ante la justicia poética de su muerte, y Trejo… en fin, él simplemente es Machete. En ocasiones parece que faltan escenas, y en otras que sobran.

Es recomendable sólo para incondicionales de la factoría Rodriguez, aunque en momentos puntuales, la risa está asegurada. También es cierto que hay una seudocrítica a la ley de inmigración y a los medios que se utilizan en la frontera entre Estados Unidos y Méjico, pero este punto es sólo anecdótico.

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