Código Fuente – Cómo empezar de nuevo

¿Recordáis la serie «Quantum Leap» donde el protagonista daba saltos temporales poseyendo cuerpos ajenos? ¿No? Bueno, vale, quizá porque aquel programa se presentó en España con otro título, «A través del tiempo». Ahora sí, ¿verdad? Pues en resumen, así comienza la historia de «Código Fuente».

En esta ocasión el rol de Scott Bakula lo interpreta Jake Gyllenhall, un soldado que durante un ataque enemigo en Afganistán sufre un extraño suceso, y es que despierta en un tren en marcha que tras 8 minutos sufre un atentado terrorista sesgando la vida de los viajeros.

En el film de Duncan Jones el protagonista despertará una y otra vez en el tren para evitar el suceso, es enviado desde una base militar (para variar) con el fin de descubrir al terrorista que ha colocado el artefacto explosivo en uno de los vagones. Sin embargo no tardará en descubrir que hay información que desconoce y en cada salto temporal, todos de 8 minutos, irá desgranando la realidad en la que está atrapado.

Las películas americanas pasan las imágenes por filtros cromáticos de tal modo que cualquier color se intensifica, es todo como más nítido, más espectacular. Dejando así la textura del cine patrio en meras imágenes de cine casero. Algo así como comparar una instantánea photoshopeada y otra al natural, en fin, que no hay color.

Las localizaciones de la cinta son escuetas, tanto que el espectador sólo será testigo de la trama de la cápsula, un par de panorámicas del scalextric de Chicago, el vagón del tren, un parking y las oficinas desde donde mueven el cotarro. Aún así el ritmo es ágil, el argumento entretenido, aunque también plagado de tópicos. El joven Jake revivirá los mismos 8 minutos una y otra vez, tal como hizo Bill Murray en su particular día de la marmota.

Es ciencia ficción, poco más se pude decir, con un final interesante, y es que la moraleja del guión está aliñado con el «carpe diem» que tanto gusta en Hollywood.

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