La película no está diseñada para complacer a nadie. De hecho, un primer visionado de su breve. Propuesta (menos de 80 minutos) dejará a la mayoría de sus espectadores rascándose la cabeza y preguntándose si acaban de ver la película de ciencia ficción más desafiante de los últimos años o una broma.
Sea como sea, es un alivio que producciones tan diferentes se hagan un hueco en el catálogo de Netflix entre tanta serie de género y misterio. Porque ‘El ciclo infinito’ ni siquiera es nueva. Se estrenó en 2012, se paseó brevemente por algunos festivales de cine especializados y cayó en el olvido.
Zoltan Sostai es un animador y técnico de efectos especiales húngaro cuyo trabajo en Vikingos le valió el reconocimiento internacional. Al principio de su carrera, fue conocido por su trabajo en Northmen: Los Vikingos, un clon de la popular serie, y en la adorable película húngara Un hada llamada Liza. Esta pequeña y enigmática película está producida casi en su totalidad por Sostai con la ayuda de Mark C Phelan, que pone todas las voces del reparto.
Un tema recurrente y una narración en espiral definen una producción autónoma, cuya única referencia externa es «2001: Una odisea del espacio», a la que hace referencia tanto temática como visualmente. Los diseñadores de los trajes espaciales de los astronautas y de algunos interiores de la estación también participaron en la creación del aspecto de algunas escenas de la película de Kubrick.
Los diseñadores de los trajes espaciales de los astronautas y de algunos interiores de la estación también participaron en la creación del aspecto de algunas escenas de la película de Kubrick. La huida le lleva a volver una y otra vez a los mismos escenarios
: una azotea, una calle desierta, una extraña discoteca, habitaciones circulares… y a comunicarse con una base lunar donde sus compañeros se encuentran en una situación desesperada.Entre medias, largas y confusas conversaciones sobre mecánica cuántica. Máquinas rotas y dimensiones paralelas que pueden ser o no esta misma realidad funcionando en bucle: que el mismo actor interprete a todos los personajes es sólo una de las pistas. «El ciclo infinito» no ofrece respuestas obvias, pero Sistai es claramente consciente de la solución a su acertijo. Simplemente no quiere ponérnoslo fácil.
La animación digital remata perfectamente el tema oscuro con personajes clónicos, escenas oscuras y transiciones suaves a través de pasillos infinitos que se devoran a sí mismos. Las intenciones y el formato de Sistai suelen ir de la mano, pero algunos espectadores podrían confundir su falta de presupuesto con la falta de creatividad.
Se equivocan. Los temas oscuros y cuestionadores de la película están siempre presentes tanto a nivel conceptual como formal gracias a las distorsiones visuales de los efectos de enmascaramiento, los visuales surrealistas y los interludios abstractos.
A veces rozando el cine de terror más desesperado y a veces con apuntes que recuerdan al lore de ‘Half-Life’ o ‘La niebla’ de Stephen King, ‘El ciclo infinito’ es una propuesta quizás irregular, pero sin duda también valiente y única.
Un torrente de enigmas que conectan con un concepto más literario de la ciencia ficción que cinematográfico y que, sobre todo, resulta refrescante y diferente. Sólo queda añadir otro enigma a los que ya propone la película: ¿pasará desapercibida en Netflix como viene ocurriendo desde hace siete años?