La crítica: Los Medici, Señores de Florencia: Luces y sombras - seriesycine.com

La crítica: Los Medici, Señores de Florencia: Luces y sombras

Los Medici

Julia VARELA

En el año 2016 se estrenó la serie inglesa de televisión sobre la familia florentina de los Medici* que consta de tres temporadas con ocho capítulos cada una, y que logró un gran éxito. La serie resulta especialmente interesante para los amantes del arte, los historiadores, los sociólogos, los admiradores de la hermosa Florencia y de la Toscana, en fin, para todos los que sienten curiosidad por el Renacimiento italiano y disfrutan con la historia de las ciudades y la historia del arte.

La serie está centrada en la “familia” Medici, aunque sería mejor hablar de el clan de los Medici, ya que el término familia durante los siglos XIV, XV y XVI, que es cuando se desarrolla la historia, tenía un significado muy distinto al actual.

La atmósfera en la que se mueven los personajes está bien conseguida, y el marco es de una gran belleza, no solo por los exteriores, en donde destaca la grandeza de la ciudad de Florencia, sino también por los interiores de los palacios que nos muestran la importancia que tenía el lujo para las élites renacentistas italianas.

En los títulos no aparece ningún especialista cómo asesor del director y del guionista que haya estudiado la época. En todo caso hay algunos aspectos bien tratados y otros no tanto. En todos ellos me detendré brevemente.

La serie es sensible, por una parte, a las luchas que tuvieron lugar entre las distintas ciudades-Estado italianas, y, por otra, a los enfrentamientos entre las élites para ocupar la cúspide del poder: la Iglesia, apoyada por el papado; la aristocracia de cuna, que hundía sus raíces en la época feudal, régimen que ahora entra en declive; y la nueva nobleza, la nobleza ligada al comercio, a la banca, y en este caso, a la cultura, las artes y las letras.

Mucho menos representados están los gremios de la ciudad. Los Medici pactaron especialmente con un colectivo de ricos comerciantes y banqueros, el popolo grasso, que contaban con alianzas en la ciudad, y que tuvo mucha importancia en el siglo XIV en el gobierno de Florencia, pues sus representantes se alternaron en la Señoría gracias a un pacto con la aristocracia. Pero también pactaron con el popolo minuto, con las clases populares bajas de la época, las más numerosas y también las mas capaces de generar tumultos. De hecho fueron los ciompi, los cardadores de la lana, quienes protagonizaron en 1378 uno de las mas sonadas revueltas que tuvieron lugar en historia de Florencia, revuelta con la que se estrena el protagonismo de los Medici en la ciudad, pese a que nada de esto sale en la serie.

En los diferentes episodios los conflictos sociales ocupan un segundo plano frente a las historias románticas, y las venganzas, de modo que tan sólo se apunta muy ligeramente, por ejemplo a las Hermandades, corporaciones importantes ligadas a las cofradías vinculadas a la Iglesia y que eran patrocinadoras de las artes, y jugaban un importante papel en las festividades, y en el socorro de pobres. La única congregación claramente presente es la de los dominicos del Convento de San Marcos.

Peter Burke, en su ya clásico libro sobre El Renacimiento italiano, muestra bien todos estos cambios, así como la importancia de algunos de esos gremios florentinos en la vida de la ciudad, comenzando por el de la lana. La “familia” Medici forma parte de esa nueva nobleza que, a partir de Giovanni Medici, logra su riqueza como comerciantes y usureros. Los hijos se fueron haciendo cada vez más poderosos, especialmente con Cosimo, y alcanzaron su esplendor con Lorenzo el Magnífico.

Existen numerosos estudios sobre esta saga a los que los más espontáneos califican de tiranos y otros de grandes genios y auténticos humanistas. En las dos grandes historias de Florencia escritas por testigos oculares, tales como Nicolás Maquiavelo y Francesco Guicciardini, los Medici gozan de un especial protagonismo. Para ellos escribió Maquiavelo El Príncipe. Sin duda en la época turbulenta en la que vivieron estaban destinados a cometer abusos si querían conservar el poder y acrecentar su prestigio. Como muestra la serie entonces la violencia, los envenenamientos, las guerras, estaban a la orden del día… Baste recordar otras series como la dedicada a Los Borgia para darse cuenta de que los gobiernos de esas ciudades-Estado italianas eran muy inestables, y que fue por entonces cuando sus elites cultas empezaron a debatir sobre cómo encontrar la mejor fórmula para un buen gobierno.

Los estudiosos de los Medici confieren una especial importancia a Cosimo, inteligente y hábil estratega, que supo emplear bien el patrimonio heredado e incluso incrementar las riquezas legadas por su padre a base de afianzar sus redes sociales y prolongarlas creando un sólido banco aliada con el papado, un banco que contaba con varias sedes, además de la de Florencia, pues se establecieron también en

Roma y en otras ciudades europeas. En Florencia Cosimo participó en el gobierno de la ciudad, y se convirtió en un mecenas renacentista. Fue Cosimo, como bien se muestra en uno de los capítulos de la serie, quien emprendió la construcción de la gran cúpula del Duomo y quien encargó la obra al maestro Brunelleschi. Una excepcional experiencia en la actualidad consiste en subir a esa cúpula por escaleras que se encuentran entre los muros interiores de la catedral y la pared exterior de la cúpula, lo que nos permite entender el genio de este arquitecto, además de poder contemplar desde lo alto, y ya en el exterior, una vista increíble de la ciudad.

Otra cuestión importante que no está bastante presente en la serie es el peso que tuvieron los humanistas en relación con los Medici. Tras el descubrimiento del mundo clásico greco-romano, humanistas italianos del siglo XV jugaron un papel importante con sus Estudios de humanidades, y sirvieron en diferentes cortes principescas italianas de consejeros, y de preceptores de los hijos e hijas de los nobles y de la burguesía rica. Cosimo, junto con Pletón, filósofo y humanista griego, venido de Constantinopla, organizó una pequeña tertulia de amigos, que se convirtió en la Academia platónica de Florencia. Además de ellos formaban parte de la Academia Marsilio Ficino, Cristóforo Landino, León Bautista Alberti, Benedetto Varchi, y Angelo Poliziano, a los que su sumó después Pico della Mirándola. Todos ellos eran promotores y defensores del humanismo cívico, de la nueva cultura renacentista, que confería mucha importancia al aprendizaje del latín y de las lenguas, a la cultura clásica, a las buenas maneras, a la elegancia en el vestir, a un ideal de hombre, que a principios del siglo XVI plasmará Castiglione en El Cortesano. Lorenzo de Medici creció y se educó en este ambiente, y tuvo como preceptor a Gentile Becchi.

La serie muestra en parte como Lorenzo representó bien ese ideal de hombre refinado, amante del bien hablar, de las artes y las letras, aunque siguió practicando algunos de los rituales propios de la aristocracia tradicional, como la esgrima, montar bien a caballo, participar en algún torneo…

Se puede observar también, a través de Cosimo, la importancia que conferían a la casa, a la “familia”, y a las alianzas familiares para el ascenso social. Una especial relevancia entre esas alianzas era la que establecieron con el papado. De hecho. Cosimo adelanto a Baltasar Cossa la cantidad de 10.000 ducados para financiar la compra de su nombramiento como cardenal en 1410. Cossa fue elegido Papa con el nombre de Juan XXIII, y fue depuesto más tarde por el Concilio de Constanza. Sin embargo, el ascenso de Cossa fue para los Medici la puerta de entrada en las finanzas vaticanas. Aunque este hecho no aparece en la serie, se relata no obstante bastante bien la oscilante relación que mantuvieron con el papado. Una buena muestra es que tanto un hijo de Lorenzo como el hijo de Juliano llegaron a ser papas con el nombre de León X y Clemente VII respectivamente.

Era importante poseer un palacio, una auténtica casa grande, una mansión, y Cosimo mandó construir el Palazzo Medici, que es en la actualidad el palacio Medici-Riccardi. Lo construyó Michelozzo de Bartolomeo, siguiendo las reglas del estilo clásico, en la Vía Larga florentina. Cosimo encargó a Donatello la decoración de sus patios y jardines: los medallones y las esculturas. En la serie destaca sobre todo su estatua del David en el porche del palacio, de modo que la referencia visual de la estatua opera como un automatismo para situar al espectador. Pero se omiten las referencias a la construcción del palacio, y a las pinturas de Ucello o a los frescos de Masaccio.

A mi parecer los personajes masculinos no dan mucho la talla, aunque Dustin Hoffman no hace mal su papel. El resto de los actores parecen haber sido elegidos para un consumo destinado al gran público con caras bonitas y poco “carácter”. Mejor papel hacen, en general, las actrices. Las mujeres están mejor caracterizadas, y nos permiten en parte conocer que en la época, y más en los círculos humanistas, había mujeres cultas, preparadas y buenas compañeras. Voy a citar únicamente a dos mujeres que aparecen en la serie: la Contessina de Bardi, de quien quedan algunas cartas; y Lucrecia Tornabouni, la madre de Lorenzo, de quien se conserva una nutrida correspondencia que muestra, entre otras costumbres de la Florencia de su tiempo, la libertad de la que gozaban las mujeres de su rango y condición, mujeres que mantenían las propiedades que les habían correspondido por dote, y que tenían a su servicio administradores que cuidaban de sus negocios. Lucrecia Tornabouni escribió además sonetos, se relacionó con humanistas, fue mecenas de artistas, y objeto de numerosos retratos realizados por Boticelli, Lippi o Ghirlandaio.

La serie acierta a la hora de reflejar la importancia estratégica que tenía en la época la elección de las esposas en función de las alianzas familiares, pero quedan bastante fuera de lugar esos episodios centrados en amores románticos para gusto y disfrute de la audiencia. Como mostró Norbert Elias en La sociedad cortesana, en la nobleza el amor y el matrimonio no estaban entonces unidos, lo que no excluye que hubiese matrimonios concertados que se llevasen bien. De ahí que las relaciones sexuales fuera del matrimonio fuesen frecuentes, tanto por parte de los varones como de las mujeres de esas altas clases. Los hijos tenidos fuera del matrimonio no causaban problemas como muestra bien, por ejemplo, que el hijo natural de Juliano fuese integrado por la familia y convertido años más tarde en cardenal, y luego en Papa. De hecho el matrimonio monógamo indisoluble no se estableció como sacramento hasta el Concilio de Trento, que finalizó en 1563, y tardó en generalizarse, al menos entre estos grupos sociales.

La serie es especialmente cuidadosa con la figura de Lorenzo de Medici, época en el que se condensan con mayor dramatismo los acontecimientos. Las luchas entre las ciudades continúan, pese a los intentos de Lorenzo por conseguir la paz. Y también siguen los conflictos entre los grupos que aspiran al poder en el gobierno de la Señoría, especialmente entre los Medici, los Albizzi y los Pazzi, a los que se suma la enemistad del Papa Sixto IV. En fin, en la llamada conspiración de los Pazzi, que se perpetra en el Duomo, la catedral de Santa Maria dei Fiori, es asesinado Juliano, el hermano de Lorenzo, mientras que éste se salva del atentado. Y a todo ello se sumó la figura del fraile dominico Gerónimo Savonarola que con sus prédicas incendiarios provocaba que una parte del pueblo se alejase de los Medici.

Es una lástima que casi no aparezcan reflejadas las reuniones del grupo de artistas y filósofos amigos de Lorenzo, ni sus interesantes debates. Si se exceptúa Bottichelli, el resto de los artistas, incluidos Miguel Ángel y Leonardo quedan un tanto desvaídos. Figuras intelectuales tan importante como Marsilio Ficino y Pico de la Mirándola, prácticamente no aparecen, únicamente Poliziano es presentado como preceptor de los hijos de Lorenzo. Tampoco se pone de manifiesto cómo un humanista de la talla de Alberti se va distanciando cada vez más del gobierno florentino por considerar que se adopta un platonismo cada vez más místico, hasta el punto de que Alberti llega a acusar al propio Lorenzo de no defender el bien común y de convertirse cada vez más en un autócrata.

La serie resalta las capacidades diplomáticas de Lorenzo. Fueron los Medici los que empezaron a regalar obras de arte, pinturas y esculturas a muchos monarcas europeos, entre ellos a Carlos V, una práctica que copiaron también otras ciudades italianas, y que se generalizó posteriormente. Más ambigua resulta la posición de Lorenzo respecto a la religión. Hay que decir que no le ayudó mucho en este sentido haberse casado con Clarisa Orsini, joven de una importante familia aristocrática romana, pues era muy piadosa. Sus amigos humanistas eran favorables a un proceso de secularización. ¿Es más clara su posición en su lecho de muerte, en su final cara a cara con Savonarola, tal y cómo aparece en la serie? En todo caso lo que queda claro es su patrocinio de las artes, la arquitectura, la pintura, la escultura, y las letras, a través de su amor a los libros, y de las instituciones que ayudó a crear para promoverlas.

La serie nos muestra cómo esta “familia” contribuyó a cambiar la fisonomía de Florencia y a hacerla más bella. A ello contribuyeron también otras “familias” nobles y ricas de su tiempo, entre las que se cuentan algunas de las familias rivales. Se resalta bien el importante papel que jugaron los secretarios privados, los servidores de confianza, y los condottieri. También se deja también entrever la importancia que concedieron los Médicis al dulce comercio frente a la nobleza de armas.

A pesar de sus imperfecciones, y del aroma a serie globalizada, esta superproducción puede enganchar a cualquier espectador con un mínimo de interés por la historia. Podría decirse que uno de sus mayores logros es que, cuando se acaba de ver un capítulo surge la intriga por saber más sobre los personajes reales, sobre esa “familia” numerosa y poderosa repleta de figuras importantes, algunas de las cuales quedan tan sólo esbozadas.

* Los Medici. Señores de Florencia se puede ver en Movistar+

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